La investigación Tecnologías del deseo: representaciones y manifiestos de resistencia (2020 -2023) se viene desarrollando con varias instituciones culturales, ha contado con el apoyo de la Residencia Apoyo a la Investigación del Centro de Estudios y Documentación del MACBA, Asociación Cultural Malpaís y en el Espai d`Arts de Roca Umbert, contó con al apoyo de la Beca de Investigación e Innovación en el ámbito de las Artes Visuales - modalidad de pensamiento, Generalitat de Cataluña. Esta investigación afrontó una exploración y recopilación de documentos visuales y narrativos de discursos críticos, entre la práctica artística y manifiestos de resistencia, como espacios posibles de intervención y de acción en torno a la representación de estructuras del deseo ligado a la identidad, la intimidad y la sexualidad. Se abordó una metodología transversal que consistió en el análisis de la dsxagencia visual y discursiva de artefactos de auto-representación, documentos visuales, prácticas performativas y textuales sobre las diversas estéticas y políticas que abordan y estudian ámbitos complejos que rondan el universo de lo sexual: pornografía, trabajo sexual, prácticas disidentes, subjetividad del placer y dolor, memoria historia, territorios, etc.
La representación cinematográfica, científica y artística son tecnologías que constituyen poderosos dispositivos de producción de subjetividades normativas, pero también de resistencias y agenciamientos disidentes que intervienen en los imaginarios de la sociedad; son tecnologías donde lo monstruoso tiene un lugar para presentarse, deja ver lo que en ellos desborda los modelos de inscripción social, jurídica, y política de lo humano. Somos sistemas culturales tecno vivos, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades y nuestras identidades, son producto de complejas tecnologías biopolíticas.
Se abordó una metodología inspirada en el rizoma propuesto por Deleuze y Guattari (1977) que consistió en un plan de (des)organización y desarrollo de las multiplicidades, las líneas, estratos y segmentos, líneas de fuga e intensidades, los agenciamientos y sus diferentes tipos, representaciones con y sin cuerpo, construcciones en trascendencia y procedimientos propios. Desde (a)paralelismos que (no) tienen que ver uno con otro, pero que se (des)conectan y que (des)obedecen a una genealogía de lo heredado, a una polimorfa y rizomática en convergencia.
Temáticas desplegadas en la investigación:
Prácticas artísticas contemporáneas /Trabajo sexual iberoamericano.
Los actuales conflictos sobre los valores sexuales y la conducta erótica tienen mucho en común con las disputas de siglos pasados, adquieren un inmenso valor simbólico. Las disputas sobre la conducta sexual se convierten a menudo en instrumentos para desplazar las ansiedades sociales y descargar la intensidad emocional concomitante a ellas. En consecuencia la sexualidad debe ser tratada con especial interés en épocas de fuerte tensión social. En este sentido el sexo es siempre político, pero hay periodos históricos en los que la sexualidad es más intensamente contestada y más abiertamente politizada. En tales períodos, el dominio de la vida erótica es, de hecho, renegociado y reflexionado; la mirada es invitada a cuestionar los valores, sistemas, organismos y tecnologías con las que se construye la subjetividad de la dignidad, la ética y la moral sexual en la sociedad, que hacen parte de un inconsciente individual y colectivo, y que no se ponen en duda por el hecho de condicionarse como códigos naturalizados, aprendidos y por ello lejos de cuestionar. Así que, estas obras activan esa irrupción.
Los asuntos que más controversia interna han generado en el feminismo blanco occidental en las ultimas décadas son la pornografía y la prostitución, dos fenómenos sociales que ya no ocupan a una minoría, en los últimos años, el incremento de trabajos y actividades remuneradas vinculadas al trafico, producción y performatización explícita a la sexualidad, están obteniendo una creciente demanda con el surgimiento de internet y a las tecnologías de la comunicación. El trabajo sexual ha experimentad una metamorfosis importante, empezó a pasar de ser una ocupación temporal a un trabajo más permanente como resultado de una transición social, política y laboral.
Una de las perspectivas en esta investigación consistió en la revisión y análisis de pensadores y obras de artistas contemporáneos que aportaron reflexiones y perspectivas en torno al trabajo sexual a partir de diversos lenguajes artísticos (performance, video, fotografía) y en las cuales se evidencia la agencia del sujeto como ser político. Esta lectura se realizó desde los últimos 50 años en iberoamérica, con el fin de esbozar una cartografía sobre los aportes que ha hecho el arte contemporáneo al trabajo sexual, leyes migratorias y colonialismo institucional. Paralelamente se hizo una revisión y recopilación de documentos históricos del sistema judicial y medios de comunicación para ampliar el mapa de representación de este fenómeno social. Posteriormente se realizaron y analizaron entrevistas de: Trabajadoras sexuales, al artista Abel Azcona que ha llevado la práctica de la prostitución al espacio expositivo y a la activista y trabajadora sexual Linda Porn impulsora del sindicato OTRAS de trabajadoras sexuales. La documentación recopilada en esta etapa permitió ampliar los discursos sobre el vínculo entre institución / sexualidad. En este capítulo se plantean líneas temáticas transversales sobre la prostitución a partir de los proyectos de Nuria Güell Un ensayo sobre la masculinidad (2018), Abel Azcona, Empathy Prostitution (2013) y Las horas (2016), Andrea Fraser Untitled (2003), Maurício Díaz y Walter Riedweg Voracidad Máxima (2003). La importancia de revisar estos proyectos consiste en atender a su denuncia: cuestionar las estructuras y el funcionamiento de las políticas y los valores institucionales del poder sobre el deseo y el cuerpo. Estas obras invitan a expandir la mirada que prevalece en el punto superficial de un fenómeno social, que evidencia la imposibilidad de escapar de sistemas capitalistas y extractivistas, la violencia del orden y el control, sobre el sujeto y su propia subjetividad.
Manifiestos de resistencia y disidencias sexuales.
La teoría queer, al mismo tiempo en filiación y en ruptura con la tradición feminista, supuso un giro performativo en la interpretación de la identidad y la sexualidad. Diversas autoras, como Butler o Sedgwick, propusieron una definición del género en términos de performance en reacción tanto a la afirmación del feminismo esencialista de una verdad natural o pre discursiva de la diferencia sexual como a la imposición normativa de ciertas formas de masculinidad y de feminidad. Paralelamente, la estrella porno Annie Sprinkle y Fakir Musafar llevan al límite la noción crítica de la performance aplicándola al dominio de la política de la representación de la sexualidad, la espiritualidad, la pornografía y el trabajo sexual. No solo el género es performativo, sino que la sexualidad puede analizarse en términos teatrales y coreográficos, disolviendo así el ultimo bastón del naturalismo del sexo. Desde esta perspectiva podemos repensar las prácticas artísticas como tecnologías de acción política en un tiempo posorgánico y rescatar el aspecto político de la obra a través de la redistribución de lo sensible.
En este capítulo se estudian proyectos y metodologías de resistencia a partir del activismo y discursos disidentes en los que se evidencia la inteligencia del vínculo dominante entre dolor, placer y ficción; que contestan a las políticas sexuales, a códigos dominantes y a sus estrategias de representación. Se estudiaron los proyectos: Public Cervix Announcement de Annie Sprinkle (1990), Muertes Chiquitas de Mirella Sallares (2009), La Fulminante y Colombianización de Nadia Granados (2013), Los objetos del deseo de Maria Jose Arjona (2011), Mi sexualidad es una creación artística documental de Lucia Egaña (2011) El cuerpo como instrumento sonoro de Quimera Rosa (2013), Que de luz goce, Rocío Boliver - La congelada de uva (2003), Gritos y susurros Joan Morey (2009), L.A Zombie de Bruce LaBruce (2010), y El deseo de las mujeres en el cine, documental de Marie Mandy (2000); este estudio se enfoco directamente en la práctica performativa, la pornografía no convencional y el cine experimental, documental y de ficción.
Sé analizó en algunos el surgimiento de la crítica moralista, la censura institucional y el rechazo social. Por otra parte se revisaron propuestas de festivales y curadurías enfocadas en estos ámbitos que ampliaron el espectro de las teorías y prácticas disidentes. Se recopilaron archivos digitales de afiches sobre eventos, fiestas, talleres y manifestaciones de luchas y resistencias. Podemos encontrar algunos afiches de La Muestra Marrana, muestra de cine porno no convencional, que pretende mostrar la multiplicidad de las prácticas sexuales y los motivos por los que muchas de ellas son marginalizadas o estigmatizadas. La colección también cuenta con afiches de Pornoterrorismo de Diana Torres.
Comunidades y arquitecturas del deseo.
Como indica José Miguel Cortes “La ciudad es un conjunto de identidades que se suman, se confrontan o vienen de formas más o menos aisladas unas de otras; un constante devenir de cuerpo en tránsito que se esquivan, chocan se miran, se reconocen, se buscan o no se ven. Parece que el único deseo que tiene vía libre es el consumo constante e indiscriminado, puesto que la arquitectura tradicional ha mantenido reprimida la sexualidad y ha conservado, esterilizado la identidad en los espacios urbanos”. Deberíamos considerar la ciudad como un cuerpo complejo que va mucho más allá de los límites geográficos, urbanísticos o demográficos normalizados, y entender que en la ciudad se proyectan múltiples formas de vida y maneras de actuar, relacionarse, amar o expresarse que superan los límites encorsetados que se le quieren imponer; la ciudad es sobre todo un conjunto de significados y un cúmulo de experiencias que no existen por sí mismos, sino que son el producto de prácticas que llevan a cabo los diferentes cuerpos que en una ciudad específica se relacionan y existen en un tiempo y en un espacio determinado.
En este capítulo se da una recopilación y revisión histórica de documentos sobre arquitecturas y comunidades específicas, para estudiar modelos que estructuran el deseo y el poder. Desde una perspectiva del espacio público se da una revisión a monumentos en la ciudad de Barcelona que representan el cuerpo femenino en Contraposto: Se usa en la escultura para dar sensación de armonía y movimiento de la representación de la figura humana en posición de reposo pero que proporciona una sensación de estar a punto de accionar, de manera que genera tensión. Sé analizó esta iconografía cómo referente al capital erótico, que evidencia la repetición de códigos que representan el cuerpo femenino y que hacen parte de la memoria y patrimonio colectivo de la ciudad. En esta línea se hace una recopilación de imágenes que aluden al mito Pigmalión de Ovidio en Historias de Metamorfosis, donde las imágenes evidencian la relación cuerpo artificial y muñeca autómata, replicantes en el cine y otras artes.
Por otra parte, se estudiaron arquitecturas que plantean utopías comunitarias como es el falansterio, una comunidad pequeña con un emplazamiento rural. Especialmente diseñado, un gran edificio, a la manera de un hotel o palacio donde la vida se haría en su mayor parte comunal o comunitaria. Las agradables condiciones de vida harían imposibles los crímenes y, por tanto, no serían necesarios los abogados, los jueces, la policía ni el ejército. El fin primero es que el trabajo no constituya una labor penosa, ejecutada obligadamente para ganar el pan de cada día, sino que sea una faena a la que se acuda con alegría porque representa un placer. Pues bien: el trabajo resulta atractivo gracias a la multiplicación de las pasiones, tanto gastronómicas como sexuales (“costumbres fanerógamas”), incluyendo en éstas las manías o perversiones, y la posibilidad de satisfacerlas.
Cuando el dolor golpea, la inteligencia y el alma son lo mismo.
La imagen del cuerpo, el lenguaje del cuerpo, la conciencia del cuerpo y la liberación del cuerpo serán siempre expresiones claves para el abordaje en la comprensión humana. El tatuaje, las mutilaciones, las celebraciones, y los ritos etc, aluden a una aproximación y percepción interna y externa que va más allá del cuerpo de carne (físico). En la antigüedad , los discípulos de Aristipo de Cirene hablaban de una “tacto interior”, tactus intimus, “los cireneos sostenían que sólo percibimos lo que llegaba a nosotros mediante el tacto interno, como el dolor o la pasión (Montaigne, 1985). Como señala Aristóteles: “Todas las pasiones del alma se muestran vinculadas con un cuerpo, pues cuando se producen el cuerpo experimenta una modificación”. El “propio cuerpo” reaparece, en el flexible repertorio de los lugares (en lo cual) o de los medios (mediante lo cual) que la pulsión puede elegir para alcanzar su fin y sobre los que puede eventualmente fijarse. Esto es lo que ocurre cuando en el caso del narcisismo o del masoquismo, tiene lugar el “retorno de la pulsión sobre la propia persona” (Starobinsky, 1991). Aparece entonces un nuevo papel del cuerpo, casi se podría decir que un nuevo cuerpo: el cuerpo en tanto qué objeto de la pulsión, el cuerpo soporte de su fijación o descarga. No hemos abandonado el cuerpo. El cuerpo - objeto, el cuerpo - espacio donde se produce la descarga, se corresponde con una acción un gesto, que buscaría de inmediato su confirmación, sin poder evitar mezclar en todo ello una proyección imaginaria y simbólica. Como indica Merleau Ponty (1957:100), el dolor siempre señala su lugar, constituye un espacio doloroso y se instala en el cuerpo. Por tanto, ¿Se trata de cicatrices qué intimidan o de imágenes que seducen cuando dejan de ser memoria del dolor?. Bruce Goldstein en su estudio sobre las diferentes formas de percepción del dolor desarrolla la teoría del control de puertas; según esta hipótesis cada individuo podría vigilar y reconocer el dolor para atenuar o impedir su acceso al cuerpo. La filósofa Elaine Scarry en relación al dolor afirma: “Aunque la capacidad de experimentar dolor físico es un dato tan fundamental del ser humano como la capacidad de oír, de tocar, de desear (el dolor es diferente) de cualquier otro hecho corporal y psíquico, porque no cuenta con ningún objeto en el mundo exterior. Seguramente estas especulaciones alegan un asunto básico en la sensación del dolor, el hecho de que está más allá de cualquier razonamiento: “el dolor al igual que el placer son, precisamente experiencias radicales y estructurales de algo opaco que resiste y que no puede ser concebido, apropiado ni dominado. En numerosas sociedades el sufrimiento y el dolor asumen un valor ritual, por ello, en diversos rituales de iniciación, el dolor y el placer se complementan mutuamente. A veces, el tránsito del dolor al placer es extremadamente sutil y confuso, la línea limítrofe es casi imperceptible. La experiencia del dolor representa la prueba fehaciente de nuestra existencia como afirma Guilles Reluce (1989:123), pero, además en numerosas culturas ha persistido hasta nuestro días la idea de que la resistencia al dolor proporciona mayor poder y fuerza espiritual al ser humano.
A partir de la revisión de referentes se desplegó la siguiente cartografía visual.